La baja autoestima

Frecuentemente escuchamos, o decimos, que determinada persona tiene la autoestima baja. Lo decimos, a veces, como si estuviéramos hablando de la tensión, del hierro, de los glóbulos rojos. En ese caso diríamos: «Está bajo de hierro hay que darle….» Y nos pondríamos inmediatamente manos a la obra para mejorar el estado de la persona.

Sin embargo, cuando decimos: «Fulanito tiene la autoestima baja…», lo hacemos en otro tono. No nos parece tan grave, no hay que tomar medidas inmediatas.

Y el tiempo va pasando, porque en asuntos de salud mental, es frecuente la creencia de que el tiempo que todo lo cura. Pero no es así. La Baja autoestima, que no es trastorno, que no es patología, que no es enfermedad, es uno de los males más frecuentes que encontramos cada día en terapia. Y, es verdad, puede que no sea enfermedad, pero sin embargo es un catarro muy rebelde que puede durar toda la vida interfiriendo gravemente en la existencia de aquellos que lo padecen.

Rossemberg, uno de los más prestigiosos psicólogos relacionados con el tema de la Autoestima la define como:

“Apreciación positiva o negativa hacia sí mismo que se apoya en una base afectiva y cognitiva, puesto que el individuo siente de una forma determinada a partir de lo que piensa de sí mismo”.

Por lo tanto, en base a determinadas experiencias (base afectiva) se va a crear un determinado lenguaje interno (base cognitiva) que será un reflejo bastante fiable de cómo está nuestra autoestima. En definitiva, es preciso destacar cuando hablamos sobre este tema lo siguiente: ¿QÚE NOS DECIMOS? ¿QUÉ PENSAMOS DE NOSOTROS MISMOS?

  • Cuando una persona tiene la creencia de que los demás son mejores en sus logros…..
  • Cuando no se siente satisfecha con lo que hace, siempre está dando o dándose explicaciones de por qué ha actuado de esta o de otra manera….
  • Cuando una persona considera que lo conseguido se debe al azar, no a su esfuerzo y dedicación…..
  • Cuando sufre y vive una esquizofrenia entre lo que es y lo que parece…..
  • Cuando se compara con otros y siempre sale mal parada…

Entonces estamos ante una persona con Baja Autoestima. Es frecuente encontrar en consulta a sujetos desfondados, desalentados, caídos, que sufren cada día la «patología de la baja autoestima»

Muchas veces me pregunto: ¿Nacemos programados para tener una baja o alta autoestima? ¿Nuestra autoestima tiene una base neurobiológica? O tener una autoestima equilibrada ¿se debe al ambiente en el que crecemos?

Respondiendo a la primera pregunta, considero que al igual que existen bases neurobiológicas que explican la violencia, los problemas de atención, de aprendizaje, o comunicación, también existe un correlato neuroanatómico que justifica, solo en parte, que un sujeto tenga baja autoestima.

Las emociones positivas y negativas son el resultados de siglos y siglos de evolución. Nuestro complejo cerebro evolucionó creando las redes neuronales que sirvieron para que nuestros antepasados pudieran defenderse de las alimañas. De forma paralela desarrolló las redes neuronales de la compasión, de la empatía. Las actualmente famosas «células espejo» halladas en zonas anteriores del cortex cerebral, justifican los sentimientos positivos.

Además recientes estudios (David Hecht) corroboran la idea de que las emociones positivas son procesadas de forma prioritaria por el hemisferio izquierdo, mientras que el derecho se encarga del procesamiento de las emociones negativas.

Por lo tanto, SÍ: considero que hay una base que predispone a favor o en contra de la alta o baja autoestima. Para el bienestar psicológico del ser humano hace falta poder empatizar con los otros, pero también es necesario poder empatizar con uno mismo y, según las investigaciones más punteras, parece que esto va a depender de zonas izquierdas y anteriores de nuestro increíble órgano llamado cerebro.

Baja autoestima

Respondiendo a la segunda pregunta reitero que nacemos con una tendencia, pero que todo es susceptible de ser modificado a lo largo de nuestra existencia.

Desde el modelo biopsicosocial se propone la idea, que comparto, de que somos el resultado de la interacción entre aquello con lo que nacemos, y lo que percibimos en los primeros años de nuestra vida. Es decir, somos el resultado de nuestra genética, nuestra crianza y nuestras relaciones sociales.

Así, con toda esta información, se va creando, en esos primeros años, nuestro autoconcepto (aprendemos a conocernos). Y después, de forma paralela, se va creando nuestra autoestima (aprendemos a querernos, a valorarnos).

¿Qué diferencias encontramos entre los sujetos con baja/alta autoestima?

Las personas con alta autoestima tienen las siguientes características:

  • Están orgullosas de sus logros. Se sienten felices con lo que hacen, con lo que dicen, con sus opiniones y aportaciones dentro de su entorno.
  • Actúan con independencia. Saben ser asertivos, dicen lo que creen y no les afecta no tener siempre la aprobación de otros.
  • Asumen responsabilidades. Están dispuestas a la acción y afrontan nuevos retos desde la autoconfianza, entendiendo que son posibles los errores, pero creyendo que todo tiene solución.
  • Se sienten capaces de influir en otros. Se reconocen como líderes positivos, no impositivos. Se sienten escuchados y atendidos.
  • Muestran amplitud de emociones y sentimientos. Aceptan las emociones y los sentimientos de los demás. Toleran la frustración. No persisten en el error, cambian las estrategias. Tienen flexibilidad cognitiva y buscan alternativas.
  • No focalizan sobre lo doloroso. No aluden constantemente a lo pasado. No repasan lo sucedido. Reenfocan constantemente su visor para apreciar su vida con mayor claridad.

Las personas con baja autoestima:

  • Evitan situaciones que les provocan ansiedad.
  • Desprecian sus talentos. No tienen una idea clara de sus posibilidades.
  • Sienten que los demás no los valoran.
  • Echan la culpa a los demás de lo que les ocurre.
  • En las discusiones se ponen a la defensiva. Se frustran con rapidez.
  • Se dejan influir por otros con facilidad.
  • Tienen emociones y sentimientos muy restringidos y siempre les dan vueltas a los mismos sucesos.
  • Buscan comentarios que corroboren su baja autoestima y cualquiera de ellos genera un impacto desproporcionado en su ánimo.
  • Frecuentemente, se sienten impotentes para luchar contra sus pensamientos negativos.
  • No incorporan la alabanza. Cualquier objetivo conseguido no se debe a sus logros, sino a la oportunidad, a la ayuda. Por el contrario, cualquier meta truncada se debe a su falta de responsabilidad, de sabiduría, o de buen hacer. Realizan lo que se conoce con el nombre de «distorsiones cognitivas», según las cuales extraen de la realidad aquello que es congruente con su creencia de que no sirven para nada.
  • Minimizan los comentarios positivos y, sobre sus talentos, hacen referencias frecuentes al azar.
  • Su lista de autoatribuciones positivas es escasa, es decir, no encuentran demasiados adjetivos positivos con los que definirse.
  • La necesidad de aprobación y respeto es una constante entre estos seres humanos. Es como un ser insaciable que llevan dentro y que les genera insatisfacción permanente. Hagan lo que hagan y aunque sean muy positivamente valorados por los demás, siempre necesitan más, no disfrutan de la alabanza y esta cae en saco roto, se evapora como el hielo con el sol, no dejando al final ningún rastro.
  • Otro problema es su lenguaje interno, machacón, doloroso, imprudente. Han incorporado una voz insana que les lleva a posponer su autorrefuerzo, no reconocer sus virtudes, manejar mal sus emociones.
  • En la interacción social sufren porque se sienten mal tratados, mal considerados, poco queridos, nada brillantes, inteligentes o cultos. Pierden la seguridad llegando a no poder hablar en publico por temor a la crítica y la frustración que esta acarrea, porque son tremendamente vulnerables.
  • No son resilientes, es decir, no saben resolver los problemas, no son resistentes a los conflictos, cuando están en «mala racha» recuerdan de forma explícita los dolores del pasado y anticipan los del futuro, no fiándose de sí mismos para poder salir adelante.
  • Se recriminan, se autocastigan por sus fallos, por sus palabras en las discusiones, rumian las escenas que han vivido y mantienen abierta la discusión en su interior no encontrando forma de resolver, cancelar. Los conflictos no los digieren, los engullen y siempre les sientan mal.
  • En numerosos ocasiones son personas acomplejadas, que se sienten inferiores y que pueden mostrarse tímidas (o prepotentes como mecanismo de defensa) en las relaciones sociales.
  • Las personas con baja autoestima tienen lo que denomino «Brotes de insatisfacción». Frecuentemente comentan lo que les falta por hacer, por conseguir, pero no hablan de lo conseguido. En sus vidas el foco está en «lo que NO» y la sombra en «lo que SÍ».
  • En definitiva las personas con baja autoestima tienen escasos recursos para conseguir estar felices.

¿Qué medidas preventivas podemos adoptar para promover una autoestima saludable?

  • Tanto dentro de la familia como en los contextos educativos será de vital importancia:
    Valorar al niño-joven: Valorar sus pensamientos, sus sentimientos, sus quejas, sus propuestas. Enseñarle el camino del «triunfo».
  • Establecer los límites que aportan la base de la seguridad y la confianza. No permitir que el niño crezca sin guía, sin objetivo,
  • Establecer de forma clara quien tiene la autoridad. Pero entendiendo que autoridad no es lo mismo que violencia, humillación, falta de respeto. El niño no tiene por qué ser insultado, comparado, menospreciado. El dolor que estas acciones generan en su vida, son el origen de la violencia que después ejercen consigo mismos.
  • No castigar en exceso, de forma desproporcionada. Advertir las acciones que no serán permitidas. Advertir las consecuencias de transgredir las normas. Pero no poner tantas que lleven al fracaso permanente.
  • No recompensar en exceso, de forma desproporcionada. El niño de esta manera no aprende que la recompensa es intrínseca, que está en el sentimiento de autocomplacencia, de satisfacción interior. En el sentimiento de tener el control sobre uno mismo.En su propia autoevaluación, en el acuerdo con esa aprobación interior. La recompensa está en sentir que «alguien desde muy adentro nos sonríe».
  • Practicar la escucha activa. Que el niño-joven entienda que lo que dice es importante, que le interesa a los demás. Así se abonan las bases del diálogo, se plantan las semillas de la correcta comunicación. El niño-joven aprende que lo que él tiene que decir es importante, pero no más importante que lo que tienen que decir los demás.
  • El adulto debe saber vender el producto con un buen «mensaje subliminal». No se trata de aplaudir, se trata de admirar. El niño-joven que, de forma sutil, percibe que los otros (adultos e iguales) le admiran y valoran, abre la puerta del verdadero motor para conseguir el éxito personal: la MOTIVACIÓN.

La labor de padres y profesores es vital en el crecimiento saludable de la autoestima de hijos o alumnos. En los hogares, tener en cuenta las pautas anteriormente descritas, es un buen germen. Y, en contexto escolar, además de lo anterior, se deberían promover programas educativos que enseñaran a los alumnos a valorar sus logros, a tolerar la frustración como parte del crecimiento, a aprender de los fracasos, a evaluar la forma de rectificarlos desde una posición flexible y no de perseverancia en el error. Esta es una de nuestras asignaturas educativas pendientes.

Pero mientras que esto ocurre y se ponen en marcha programas educativos que hagan hincapié sobre la inteligencia emocional de los chicos, tanto en la familia como en el colegio, contamos con las viejas herramientas de siempre: los cuentos, la pintura, el teatro, la escritura, el juego. Los niños pueden crear mundos diferentes a través de estas herramientas y los adultos les podemos enseñar a dejar en ellos partes de sí mismos, los trozos, los retales que no casan. Tengo una amiga que hace Pachworck. A veces se confunde y pone las telas del revés, las mira, las quita y las cambia.

Dice Oliver James:

«Si no comprendes tu pasado estás condenado a repetirlo».

Ahora que sabemos qué es la baja autoestima y los medios que tenemos para evitarla confío en que no repitamos los errores del pasado.

¿Qué es la autoestima?

Desde muy pequeños, los niños permanecen atentos, escuchando las voces de quienes les rodean, sus comentarios, sus apreciaciones, las atribuciones que estos realizan y, en función de ellas y de sus propias características personales, van construyendo su AUTOESTIMA.

La autoestima

La Autoestima es la valoración que cada persona realiza de su ser. Esta valoración la realiza el sujeto teniendo en cuenta:

  • El conjunto de rasgos corporales y mentales que configuran su personalidad.
  • El conjunto de rasgos que los demás, sobre todo los más próximos, destacan de él-ella.

La Autoestima es una respuesta psicológica, que puede ser de valoración y autorespeto, o de crítica y falta de autoconfianza y cariño hacia sí mismo.

¿QUÉ ES IMPRESCINDIBLE EN LA FORMACIÓN DE LA AUTOESTIMA?

El AFECTO. Es la base de la autoconfianza. Los niños criados en un entorno de cariño expresado y demostrado, suelen tener la autoestima más alta. Los niños que reciben lo que algunos denominan «caricias psicológicas» se miran en los ojos de personas que les aceptan, les sostienen y les aportan la seguridad y estabilidad necesarias para la vida.

En su primera infancia, las personas necesitan ser acariciadas, mecidas, calmadas. Los niños no tienen que llorar, cuando lo hacen es por algo. En sus primeros meses, no tienen que ser educados. Ni siquiera en su cerebro están terminadas de desarrollar las redes neuronales que les llevan a realizar asociaciones de «causa-efecto». Son seres indefensos a los que hay sostener y rodear de atenciones.

Es cierto que hay niños más demandantes, niños que duermen peor y que reclaman más atención. Del seguimiento que se les haga en los primeros meses de la vida va a depender parte de su desarrollo posterior, porque ya desde estos primeros momentos se están estableciendo las bases de la autoestima.

Voces expertas en el tema del desarrollo del niño, expresan acuerdo al decir que la formación de la autoestima está presente desde el inicio de la vida. A mi me gusta llamar a esta época la etapa de la «Autoestima del lactante«. Una madre estable y cariñosa trasmite a su hijo armonía. Lo importante no es el alimento en sí, sino cómo sea administrado, porque lo que alimenta es el amor.

Los experimentos de Harry Harlow realizados en los años 60 establecen la teoría sobre el apego que yo comparto. Este investigador americano observó que los monos pequeñitos con los que hacía sus estudios en el laboratorio, se aferraban a felpas y telas suaves mientras estaban en la jaula, y cuando los sacaban, les costaba desprenderse de las mismas. Su experimento consistió en crear dos madres: una mona metálica que tenía comida y otra mona recubierta de telas suaves y confortables que no administraba alimento. La investigación indicó que los monos preferían pasar su tiempo al lado del «cariño». Es decir, con la madre metálica estaban lo justo para comer, pero después se iban con la madre amorosa. El apego seguro es el origen de la seguridad y de la autoestima. El niño necesita amor, calor y contacto físico, porque los niños se calman a través de su piel.

Las PAUTAS DE CRIANZA. Crecer en un hogar relajado, en donde exista acuerdo entre los padres a la hora de educar, y en donde las normas no sean arbitrarias, es de vital importancia para que el niño desarrolle una buena autoestima.

Crecer en un hogar en el que se tengan los límites claros, en el que los niños sepan aquello que no va a ser permitido, aquello que se puede negociar y aquello que es consentido, es otro ingrediente importante en el crecimiento de una sana autoestima. Conocer las normas y saber que no dependen del estado de ánimo de los progenitores, sino de una decisión consensuada entre los mismos, genera en los chicos una sensación de certidumbre. Cuando un niño crece sin este apoyo, se produce en él un estado de alerta sostenido que impacta negativamente sobre su personalidad.

Las pautas de crianza son la base de la autonomía, y sentirse autónomo, capaz de decidir y de gestionar, son ingredientes necesarios para la formación del autoconcepto y la autoestima.

El APOYO SOCIAL. percibir que el entorno expresa amor, reconocimiento, valoración, es otro de los componentes necesarios, aunque no suficientes, para tener una autoestima saludable. El apoyo social contribuye en gran medida en la formación del respeto hacia sí mismo y hacia los demás.

En definitiva, el afecto, la crianza y el entorno social, van a jugar un papel preponderante en la formación del autoconcepto y la autoestima de los seres humanos. Son elementos necesarios que propician el desarrollo sano de la personalidad, pero que no la garantizan. El perfil personal de cada niño, lo heredado es otro factor a tener en cuenta.

Por lo tanto, hay una parte exógena y otra endógena que interactúan desde los primeros momentos de la vida para llegar al resultado deseado: buena autoestima.

¿Cuándo empieza a formarse la Autoestima?

  • Entre los 3-6 meses (etapa de «niño egocéntrico»), dependiendo de la actitud de los padres, de las experiencias gratificantes que viva el niño, de la interacción entre él y las personas que le rodean, el lactante se empezará a sentir mejor o peor en su entorno. Y, según Coopersmith (1967) a partir de los 6 meses el niño crea su autoestima.
  • Desde los 6 meses hasta la etapa de párvulos los niños necesitan de una interacción armoniosa, estable, que les prepare para situaciones sociales. Actualmente, los niños inician su etapa escolar en periodos en los que no están preparados para ello. El nivel de autonomía que se les pide desde los dos o tres años de edad es desproporcionado y en muchos de nuestros párvulos genera un impacto que les afecta a lo largo de toda su etapa escolar. Deberíamos reflexionar sobre este tema.
  • Durante la etapa de infantil, la interacción con iguales, es otro de los hitos importantes en la creación de la autoestima. La resolución de los primeros conflictos, la lucha por poseer algo, la capacidad de negociación, de aceptación de las normas, la sensación de pertenencia a un grupo, la toma de decisiones…Todos estos y otros muchos pasos se están dando durante los años de infantil. Las redes neuronales que van a determinar parte de nuestro éxito en la vida están madurando. Miles de conexiones entre células nerviosas están motivando que el niño aprenda a decidir lo que es más o menos conveniente para él. Es una etapa muy vulnerable del desarrollo y de ella va a depender en gran parte el resto de la vida. Deberíamos reflexionar también sobre esto.
  • A los 8 años, según algunos autores, la autoestima está formada y es bastante estable. A nivel neuropsicológico, esta etapa coincide con un gran avance en el desarrollo de los lóbulos frontales de nuestro cerebro. Aunque ciertamente todavía les queda maduración, sí podemos decir que están en una etapa crítica de crecimiento. El niño ya posee bastante conocimiento sobre sí mismo, sobre su entorno y sobre el lugar que ocupa en él. En esta época van a tener mucha importancia para su autoestima las habilidades sociales. Tener amigos, ser aceptado por sus profesores, sentir que puede triunfar en algo, o tener tiempo libre para aprender a decidir qué hacer con él….También en esta época son de vital importancia los resultados académicos. El niño se autoevalúa en función de los mismos. «¿Soy tonto, torpe, vago…?» Los pilares de la autoestima están en los pequeños y grandes detalles de la vida. Un niño no puede basar su propia estima en las calificaciones escolares, porque estas no son el verdadero test. Hay niños que no sirven para las matemáticas o para jugar al futbol, pero sirven para la pintura, para el teatro o para la danza. No debemos permitir que la estabilidad emocional de nuestros escolares dependa de sus notas. Si tienen razón los científicos que opinan que la autoestima está formada a esta edad, tenemos un serio problema si la socavamos en función de cuestiones académicas.
  • Para otros autores como Wilber, la consolidación de la autoestima se produce durante la adolescencia. En esa época de cambios, de convulsiones, se consolida, o no, todo lo anterior. El aspecto físico es importantísimo. El éxito social entre iguales, esencial. El sujeto está reafirmando su YO, se vuelve de nuevo egocéntrico y solamente observa la realidad desde su punto de vista. Una crianza correcta genera una creencia correcta hacia uno mismo. Lo importante en la vida son la Autoatribuciones, aquello que nos decimos marca la diferencia. Si la etapa adolescente se ha construido sobre una base sólida, el adolescente superará los inconvenientes que se le vayan presentando.
  • Por tanto, según todos los estudios, alrededor de los dieciséis años, la autoestima, el sentimiento de propia valía, está creado.

Sin embargo, yo pienso que todavía queda mucho por hacer. Considero que todo el ciclo vital es una oportunidad para que crezca la autoestima.

Es verdad que aquellos que se criaron en condiciones adversas, con padres, hermanos mayores o profesores castrantes, lo tienen más difícil. Es verdad que algunos, ya de base, por herencia, por genética, procesan con más facilidad la información negativa que la positiva. Pero también es verdad que uno puede tener, a lo largo de la vida, la oportunidad de mejorar en su autoconocimiento para así compensar los defectos del pasado. Difícil tarea, pero posible.

Hay una frase preciosa en la canción de WOMAN de John Lennon.

«I will try to express my inner feelings and thankfulness, for showing me the meaning of success»

(«Interaré expresar mis sentimientos internos y mi agradecimiento por mostrarme el significado del éxito»).

A veces la vida no nos ofrece a nadie cercano que nos enseñe el «significado del éxito». En ese caso, el éxito en la vida estará en aprender uno mismo a encontrarlo. La autoestima también depende del ESFUERZO, del LOGRO PERSONAL.

Curso Práctico de técnicas de Evaluación en Etapa Infanto-juvenil

Curso Práctico de técnicas de Evaluación en Etapa Infanto-juvenil

CONTENIDO

Objetivos:
1º.- Formar a futuros profesionales de la psicología, neurpsicología y psicopedagogía en el manejo de técnicas e instrumentos necesarios para la evaluación, el diagnóstico y el tratamiento de los pacientes aquejados de disfunciones cerebrales: trastorno del lenguaje oral o escrito, trastorno psicomotor, trastorno perceptivo, trastorno de aprendizaje, trastorno de atención con/sin hiperactividad-impulsividad y trastorno de conducta.

2º.- Mostrar las pruebas que forman parte del contenido del curso, con la finalidad de que los alumnos puedan manipularlas y observarlas.

3º.- Realizar prácticas de autoevaluación: los alumnos podrán realizar y corregir test ejecutados por ellos mismos.

4º.- Aprender a diseñar el protocolo de evaluación adecuado para los distintos trastornos mencionados anteriormente.

5º.- Redactar, como broche del curso, un informe de evaluación.

IMPARTE: Africa Urbano, Psicóloga, Neuropsicóloga y directora del Centro @Recursos Psicología

FECHA Y HORARIO:
Viernes 16 de Mayo 15:00 a 20.30 horas
Sábado 17 de Mayo 10.00 a 14.30 horas

DURACIÓN: 10 horas

LUGAR: Centro de Psicología Recursos. C/ Venezuela Nº 33 , 28691 – Villanueva de la Cañada (Madrid)

IMPORTE: 100.00 €

INSCRIPCIONES:
609 510 005 / 918 155 169
e-mail: africa.urbano@recursos-psicologia.es


* A todos los participantes se les dará certificado de asistencia.

 

 

TRATAMIENTO ANSIEDAD Y FOBIAS MEDIANTE TECNOLOGÍA VIRTUAL

En RECURSOS, CENTRO de PSICOLOGÍA, NEUROPSICOLOGÍA y LOGOPEDIA, hemos incorporado una nueva herramienta para la intervención en trastornos de ansiedad y fobias.

VIRTUAL RET es un instrumento de TECNOLOGÍA VIRTUAL en el que se recrean situaciones que generan tensión y temor a un elevado número de personas.

Según la OMS alrededor de un 60% de las bajas laborales van asociadas a problemas de salud mental relacionados con estados de ansiedad.
Con Virtual Ret, mientras que el paciente se expone a las escenas que le generan malestar psicológico, el terapeuta puede darle estrategias de reestructuración cognitiva, y entrenarle en técnicas de relajación, que después el sujeto podrá poner en practica en su vida diaria.

El cerebro, ese gran desconocido

cerebro

El cerebro, ese órgano de nuestro cuerpo tan bien protegido por nuestro cráneo y por una serie de finas, pero fuertes membranas que lo cubren, es la clave de la mayoría de los sucesos de nuestra vida.

No sería oportuno decir que es la estructura esencial del sistema nervioso central, ya que todas las estructuras son esenciales, y cada una de ellas cumple una función única e insustituible, pero sin él no hay vida.

Pues bien, dentro de nuestro cerebro, de ese pequeño, pero gran órgano que poseemos y que es una verdadera obra de la naturaleza, se dan miles de conexiones a diario. Por este motivo, podemos movernos, podemos expresarnos, comprender lo que nos dicen, recordar lo que nos pasó hace años, percibir a través de nuestros ojos un paisaje bonito, escuchar una melodía o sentir una caricia. El cerebro, como parte integrante del sistema nervioso, es la clave de nuestro comportamiento y el lugar donde encontramos la respuesta a muchas de las interrogantes que nos planteamos cada día.

Durante unas cuantas décadas la psicología ha tratado de explicar la conducta del niño, del adolescente o del adulto, en base a una serie de acontecimientos que han ido conformando las tendencias de cada uno. Sería muy arriesgado por mi parte negar que dichos acontecimientos influyen en nuestra conducta, pero pienso que más que estos, lo que verdaderamente da respuesta a todos ellos, es el sustrato neurobiológico que lo sustenta. Es decir, cada uno de nosotros somos, entre otras cosas, la consecuencia de nuestro cerebro.

Muchos padres se preguntan por qué cada uno de sus hijos es diferente habiendo recibido la misma educación, y cuando comienzan las dificultades, se pasan años culpándose a sí mismos por los errores cometidos, o culpándose entre ellos por las equivocaciones de unos u otros.

Por otro lado, cuando un niño no es capaz de adquirir los conocimientos que le imparten en el colegio y no mejora en su lectura, en su escritura o en su razonamiento matemático, es inatento o desconsiderado con sus iguales, los padres piensan que el niño es vago o maleducado, igual que lo fue alguno de sus tíos o de sus primos, o piensan que el centro al que lo llevan no es el adecuado.

Tenemos la tendencia a buscar las causas de todas estas cuestiones “fuera de”, cuando en realidad la clave está “dentro de”. Es dentro de cada sujeto, de cada niño, adolescente o adulto, en donde están las respuestas.

Por ello, cuando surgen las problemas, sean emocionales o académicos, es necesario averiguar qué resorte de nuestro cerebro los está motivando. Si esta es nuestra línea de investigación para solucionarlos, habremos contribuido a que muchos padres se relajen, dejen de culparse a sí mismos o a terceros; habremos contribuido a dar una explicación que mejore la relación entre padres e hijos, alumnos y profesores.